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Julio 01, 2022

Justicia por propia mano

Se está volviendo costumbre el que las comunidades opten por hacer lo que en el argot popular se llama “justicia por propia mano”, que no es otra cosa que protegerse de aquellos que, desconociendo los derechos ajenos, terminan actuando ilícita e impunemente ante la enorme crisis de gobernabilidad por la que atraviesa el país.

Justicia por propia mano

Dentro de la teoría democrática, las tres ramas del poder deben cumplir unas funciones específicas, a saber: la una crea las leyes, otra las administra y maneja el gobierno y otra juzga aquellas definidas como normas sociales.

Pues bien, entre nosotros el ejecutivo parece no ser capaz de gobernar y por eso vemos cómo la guerrilla ha vuelto a sus andanzas, para solo poner un ejemplo; el legislativo es un foco de corrupción que a todos nos tiene hastiados y la rama judicial del poder público literalmente ha desaparecido del panorama nacional, pues cuando la impunidad llega en un país al 96% significa que no existe una justicia real.

Por eso las gentes se empezaron a desesperar y ante el avance desmedido de la criminalidad y la impunidad absoluta han optado por castigar a los delincuentes, aburridos como están ya del azote y el crecimiento del vandalismo a todos los niveles.

No debiera ser así; eso lo tenemos muy claro, pero el ser va más allá del deber ser y los ciudadanos agotados de ese círculo vicioso están optando por hacer lo que el Estado no hace con las consecuencias desbordadas que ello implica.

No lo justificamos, pero si lo entendemos totalmente y comprendemos la rabia que produce el que un bandido en un minuto y de forma hartera lo prive a usted del esfuerzo que ha tenido que hacer durante mucho tiempo, si solo hablamos de propiedad; ahora, si hablamos de la vida la cosa tiene un color totalmente diferente.

Por tanto, si usted no quiere ser víctima de esa reacción no viole la ley, respete el derecho ajeno, compórtese como un ciudadano decente y deje de ser un bandido taimado y engreído, convencido de que no va a ser castigado y así se deja sin argumentos a quienes cansados del flagelo social han terminado por hacer lo que el Estado no hace por ellos.

Autor:   PilonietAlvarez Abogados Laboralistas
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